La crisis financiera mundial, en la que aún estamos inmersos, ha erosionado profundamente el tejido industrial y tecnológico de la Unión Europea evidenciando  debilidades estructurales que permanecían larvadas. El fenómeno es especialmente crítico en nuestro país, en el que la crisis ha venido a poner de manifiesto la necesidad de replantear a fondo nuestro modelo de crecimiento de las últimas décadas.

Los efectos de la crisis  vienen a ocurrir en una época de cambios globales y acelerados de carácter social, político, económico y tecnológicos que no tienen  parangón en la historia reciente de la humanidad;  cambios que alterarán profundamente el escenario en el que habrá que competir en el futuro.

Nuestra capacidad  para poder afrontar  con garantía este nuevo entorno global va a requerir una transformación a fondo de una gran parte de nuestro tejido industrial existente, para evolucionarlo desde un modelo productivo  basado  en la utilización intensiva de capital y recursos, hacia otro modelo basado en el conocimiento y orientado a productos de alto valor añadido.

Si bien las soluciones son complejas y no  existe una fórmula magistral y  genérica para remontar la actual situación, en cualquier caso, una ingeniería de calidad y competente, la extensa utilización de nuevas tecnologías a procesos y productos y el fomento  del impulso creativo de la innovación, aplicados a toda la cadena de valor, serán factores críticos en el objetivo de recuperar y mantener en el futuro nuestra competitividad.

La RAI, a título individual y conjuntamente con otras  Academias europeas (euro-CASE),  en un afán de contribuir a la búsqueda de  soluciones a la salida de la crisis, ha elaborado un informe sobre cuál debería de ser el nuevo tejido industrial español que nos coloque en la senda de un crecimiento respetuoso con el medio ambiente, sostenible, basado en el conocimiento y generador de pleno empleo.